Leche de almendras

Primero lavamos e hidratamos las almendras, mejor peladas (dejar en remojo toda la noche). Tiramos el agua de remojo y las colocamos en una licuadora (es aconsejable una licuadora de potencia para desmenuzar la semilla y permitir la máxima transferencia de nutrientes al agua; también puede usarse un pimer).

La proporción de agua depende del sabor y textura que deseemos, pero para una textura media, la proporción es e 200 gr de semillas para obtener 1 litro de leche.

Se filtra el licuado con auxilio de un lienzo o colador, estrujando a fondo para extraer todo el líquido posible (el residuo sólido puede utilizarse en granolas o galletas). 

El fluido se licua nuevamente agregando ahora un endulzante, 1 cucharada de aceite de lino virgen (u otro deseado), esencia de vainilla – natural- , unas gotas de salmuera o sal marina.(esto se hace al momento de beber así lo preparamos a nuestro gusto)

Ciertas semillas (ej. Avena) brindan mejores sabores y texturas (similar al yogurt) luego de estacionarse unas horas, conservando luego en heladera. 

Además de las semillas oleaginosas, también podemos usar cereales como la quínoa, el amaranto u otros. Dada la alta presencia amilácea, es recomendable una buena activación o hidratación, y la maceración de unas horas para asegurar el correcto desdoblamiento de los almidones. En función al bajo contenido graso de estas semillas, conviene enriquecer las leches de cereales con unas cucharadas de aceite de presión en frío (oliva, girasol, chía, lino, sésamo), que mejoran la textura y el contenido en ácidos grasos esenciales.

Es una bebida muy nutritiva, fácil de digerir pero vale la recomendación de no exagerar su consumo. Se pueden emplear en desayunos, meriendas o entre horas; siendo bebida ideal para bebes, deportistas e intelectuales.

Se puede conservar por 2  a 3 días en heladera.