29 nov 2009

Combinación de alimentos: ¡lo más sencillo posible!


El aparato digestivo reconoce y utiliza los nutrientes contenidos en los alimentos cuando no están demasiado mezclados entre sí. Esto permite que las enzimas digestivas puedan actuar correctamente. Las enzimas son las encargadas de reconocer y transformar estos nutrientes en sustancias asimilables para nuestro organismo. Estas sustancias sólo actúan en condiciones favorables, si estas cambian no actúan bien y surge la fermentación y putrefacción de los nutrientes (al no ser utilizados) con la posterior intoxicación del organismo (ya que quedan ahí depositados).
Cada una de las enzimas que intervienen en la digestión tienen su efecto sobre una clase de alimento, unas digieren almidones, otras proteínas y así… La capacidad de acción del jugo gástrico varía de acuerdo con los alimentos que se consumen. El medio en que actúan está regido por el pH más favorable para que esa enzima trabaje con máxima eficiencia; se forma un jugo ácido para digerir carnes o proteínas, neutro para el pan o almidones. Cuando mezclamos alimentos, especialmente en grandes cantidades, no hay un buen reconocimiento ni formación adecuada de jugos digestivos, con la consecuente mala digestión y la fermentación y putrefacción de la comida.
Las mezclas de alimentos producen una digestión más larga. La fermentación y la putrefacción de sus componentes da lugar a toxinas que se absorben, dando lugar a enfermedades. Antes que esto, ocasionan varios trastornos digestivos, el más grave d ellos la constipación.
Para evitar estos problemas se aconseja realizar nuestras comidas del modo más sencillo posible. Es mejor comer más de lo mismo que añadir más y más alimentos a la vez. Generalmente mezclamos arroz con queso, legumbres con carne, frutos secos con leche, pan con legumbres, cereales con leche, huevos con queso, pescado con carne. Esto no ocurre con los alimentos de más fácil digestión: verduras, hortalizas, germinados o frutas.
Como regla general podemos elegir sólo un alimento concentrado en cada comida, y si añadimos otro diferente, siempre en muy pequeñas cantidades. Si comemos una ensalada y unas verduras podemos agregar papas o arroz, algún otro cereal o legumbre, pastas, frutos secos o huevo.
¿Qué pasa con algunas combinaciones?
- Ácido y almidones: Los almidones inician su digestión en la boca y requieren un medio alcalino, el contacto con cualquier sustancia ácida impide la acción de las enzimas para esta sustancia. Los ácidos de los tomates, naranjas, limones, pomelos, manzanas ácidas, u otros son suficientes para impedir una buena acción de las enzimas de la saliva y peor si ingerimos vinagre, bebidas alcohólicas, mucho limón.
Estas digestiones pesadas al cuerpo le resulta un gasto de energía extra, cuanto mejor se inicie la digestión, más aliviado será el trabajo del páncreas y mucho mejor será la digestión del almidón.
- Almidón con proteínas: las enzimas para digerir proteínas están en el medio ácido del estómago, no así es lo que se requiere para los almidones, sino todo lo contrario. Si comemos un alimento proteico (carne, pescado, huevo y queso, en especial) con un almidón (los de más difícil digestión son los cereales), se vierte enseguida un jugo gástrico para digerir la proteína, y debido a esa acidez la digestión del almidón queda inhibida de forma inmediata. Ejemplos de esta mala combinación son: pan, arroz o papas con carne o pescado, sándwiches con queso y pan, cereales con leche, huevos fritos con pan.
- Almidón con azúcares: La digestión del almidón comienza en la boca y continúa en el estómago durante algún tiempo. Los azúcares sólo se digieren en el intestino delgado. Cuando tomamos azúcares solos, pasan rápidamente del estómago al intestino. Si los tomamos con otros alimentos, permanecen en el estómago por algún tiempo, hasta que se completa la digestión del resto de los alimentos. Como los azúcares tienden a fermentar muy rápidamente en las condiciones de calor y humedad que existen en el estómago, ese tipo de espera casi garantiza su fermentación. Las mermeladas, compotas, azúcares industriales, miel, añadidas al pan o cereales producen fermentación. El pan relleno de pasas, dátiles, ciruelas pasas o higos, fermenta con mucha facilidad. Algo similar ocurre con las proteínas y los azúcares. El azúcar fermenta con facilidad esperando que las proteínas se digieran en el estómago y además frenan la formación de los jugos gástricos y la actividad del estómago.
- Dos proteínas diferentes: Si en una misma comida introducimos: carne y queso, frutos secos y carne o pescado, huevos y pescado, huevos y leche, carne y pescado, queso y frutos secos nos aseguramos una mala digestión. Al mezclar las proteínas sobrepasamos además la necesidad del organismo. El exceso de proteínas es perjudicial para el organismo, puede favorecer la obstrucción de los vasos sanguíneos y da lugar a sustancias muy tóxicas: urea y ácido úrico.
- Frutas de diferentes tipos: Consumir en una misma comida frutas ácidas y muy dulces provocamos fermentación y mala digestión ya que necesitan digestiones diferentes. Por ejemplo higos secos con naranjas.
- El melón y la sandía no requieren digestión en estómago y cuando los comemos solos pasan en pocos minutos al intestino. Cuando los ingerimos con otros alimentos son retenidos en el estómago, donde fermentan y dan gases. Cuando comemos melón con jamón, nos sienta mal el jamón y la mezcla, no el melón.
- No comer postres: estos siempre se comen después de las comidas, una vez que se ha comido hasta la saciedad, muy frecuentemente más de lo que uno realmente necesita. Estos fermentan, forman gases y nos trastornan el estómago. Es mejor comerlos solos, a media tarde, con una infusión suave, por ejemplo.
Recordemos que los alimentos vivos (frutas, verduras y germinados) siempre nos ayudan a digerir lo más denso, al igual que comer despacio y en tranquilidad; por esto comenzar siempre con alimentos crudos, sentarnos a la mesa olvidando las preocupaciones de la vida diaria y al iniciar la comida, comer de la forma más consciente posible, elegir alimentos de buena calidad, eliminar los alimentos perjudiciales para la salud, descansar lo más posible después de comer, masticar y ensalivar bien los alimentos, no comer sin hambre.
Para aquellos que se inician en una alimentación sana es suficiente en un principio hacer una comida lo más sencilla posible, sin muchas mezclas de alimentos, eligiendo un alimento concentrado por vez y si elegimos dos diferentes, uno de ellos en poca cantidad. Debemos tomarnos el tiempo suficiente para conocer y probar de a poco lo que nos pasa con esto. El mismo cuerpo nos indicará la buena o mala asociación o combinación de alimentos. Es la manera de aprender. Poco a poco recorremos el camino y cualquier cambio positivo, por pequeño que éste sea, será un paso de gran valor en camino de la salud y de la armonía.

1 comentario:

Ana Maria Diaz SUSPENDER EL CIELO dijo...

Verónica parece muy bueno lo tuyo, ahí vi algunos alumnos míos y amigos. Gusto en conocerte ahí sigo tu blog. Si entras a mi perfil verás cual te gusta seguir y suscribirte. gracias ana