Los germinados son uno de los pocos alimentos que ingerimos cuando aún están vivos, lo cual aumenta enormemente su valor nutricional. Las semillas germinadas son brotes llenos de vitalidad. Su excepcional cantidad de nutrientes las hace indispensables en una dieta sana, además de aportar su sabor a numerosos platos. El contenido nutricional de las semillas germinadas es equiparable al de las frutas y verduras, pero las superan en cuanto a su riqueza enzimática y en clorofila, muy importante por su acción antianémica, revitalizante y antitóxica. Todo ello los convierte en alimentos completos que pueden contribuir a corregir las carencias de la alimentación moderna. Los germinados son únicos ya que están disponibles en cualquier época del año y en cualquier lugar del mundo. Su ciclo de cosecha es de tan solo una semana y su rendimiento muy grande. Con un solo kilo de semillas de alfalfa se producen entre 10 y 14 kilos de germinados frescos.
¿Qué virtudes tiene?
La clorofila que poseen purifica la sangre y favorece la circulación y el metabolismo. El almidón de la semilla está pre digerido por la propia acción de las enzimas contenidas en el alimento. El contenido de vitaminas del grupo B aumenta así como la C, E y pro vitamina A o carotenos. Terapéuticamente favorecen los procesos de desintoxicación y depuración del organismo por acción de las enzimas, fortalecen el sistema inmune (al ser crudo), combaten la acción de los radicales libres (por los antioxidantes), estimulan la secreción del páncreas, facilitan la digestión al activar los procesos de regeneración y desinflamación del aparato digestivo, mejoran el funcionamiento intestinal y fortalecen la flora intestinal, bajan el índice de colesterol, son quimioprotectores (por los fotoquímicos) y favorecen en general el metabolismo por su acción reconstituyente.
Esto, claro si el resto de los alimentos que ingerimos acompañan a los germinados.
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